Situado no lejos del Tormes, con 99 habitantes, es hoy pedanía de Puente del Congosto. Su iglesia parroquial está dedicada a la Transfiguración del Señor y tiene una ermita en su término, bajo la advocación de Nuestra Señora del Monte.
Sus cultivos tradicionales son: trigo, cebada, algarrobas y otros granos; criando también ganado lanar, cabrío y de cerda.

José Luis Puerto
La Sierra de Béjar
Edilesa

sábado, 22 de octubre de 2011

Ruta del Hocino



El Hocino














15 Km.
El Hocino, tal como se llama a la zona del molino de la Fonseca, es un lugar poco conocido fuera de la zona y con un especial interés, puesto que posee características casi mágicas, al desaparecer el río Corneja entre bloques de granito y volver a aparecer más abajo. El puente de piedra y los molinos abandonados así como los paisajes de ribera nos harán disfrutar en cualquier época del año. Del río Corneja hacia el sur (los primeros y últimos kilómetros de la ruta) estaremos entre dehesas de grandes encinas, y hacia el norte del mismo río (la parte intermedia) el paisaje tendrá menos vegetación, con prados y bosque de ribera. Podemos ver en esa zona varias norias, algunas medianamente conservadas. Es una ruta que discurre por buenas pistas, con poco desnivel y sencilla de realizar.






BREVE HISTORIA DE VILLAR DE CORNEJA
Se cuenta que antes el pueblo estaba valle abajo y que fue trasladado a cotas más altas a causa de las riadas. Hay restos del antiguo emplazamiento que han sido trasladados al pueblo nuevo, como en el caso de la veleta. El nuevo pueblo se construyó hace dos siglos.

La ruta del emperador Carlos V a su paso por Villar de Corneja (Ávila):


En el año 1556 tras las abdicaciones de Bruselas por las que deja sus extensas posesiones a su hijo y heredero Felipe II, excepto el título imperial y las tierras patrimoniales de los Habsburgo que pasan a su hermano Fernando, Carlos de Gante (Carlos I de España y Carlos V como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico) inicia su marcha hacia su retiro en Yuste en La Vera (Cáceres).
El Emperador desembarcó en Laredo tras una agitada travesía el 28 de septiembre de 1556 y salió de allí el 6 de octubre. Tras su llegada a Valladolid y después de descansar quince días, el 4 de noviembre reanudó su marcha hacia Yuste. El día 5 estuvo en Medina, último alojamiento digno de un emperador que le prepara el consejero de Hacienda Rodrigo de Dueñas. Atraviesa la Meseta en etapas en torno a las cuatro leguas (unos 25 kilómetros), con un tiempo de otoño avanzado, poco apto para viajar. Las abundantes lluvias complicaron el viaje, “el peor tiempo del mundo” se lamentaba Luis de Quijada, antiguo compañero de armas y hombre de su máxima confianza. El día 6 entró en Horcajo de las Torres, el 7 se encontraba en Peñaranda, el día 8 en Alaraz y el 9 durmió en Gallegos de Solmirón.
Al frente del cortejo se encontraba el antes citado don Luis de Quijada, señor de Villagarcía de Campos. Lo formaban, aparte de una guardia de cuarenta alabarderos, unas 150 personas en su mayoría integrantes del servicio personal de Carlos V, casi todos flamencos y junto con ellos un puñado de nobles entre los que destacaban tres de los Países Bajos que caerán enfermos: Jean Poupet, señor de La Chaulx, el conde de Roeulx y Florys de Montmorency, señor de Hubermont (más tarde barón de Montigny).
Es evidente que el cortejo imperial madrugó en Gallegos porque al mediodía del día 10 entraba en El Barco de Ávila tras recorrer este tramo del camino de Castilla. El camino de Castilla según Nicolás de la Fuente Arrimadas era un ramal de la calzada de segundo orden que arrancaba en Simancas y se dirigía por Medina del Campo, Madrigal, Peñaranda de Bracamonte, Gallegos y La Horcajada a morir en El Barco. Allí se unía con el camino que venía de Ávila, atravesaba el puente viejo, ascendía por el Aravalle hasta el puerto de Tornavacas, recorría el valle del Jerte y se unía a la Vía de la Plata. El camino de Castilla era pues por el que viajaba el Emperador. El trecho entre Gallegos de Solmirón y El Barco por el camino de Castilla es aproximadamente de cuatro leguas, que era la distancia que venía haciendo la comitiva en cada jornada. En Villar de Corneja (El Villar en los documentos de la época) este camino que lleva a Gallegos y a La Horcajada se conoce como “el cordel” en referencia a su evidente función ganadera, en La Horcajada como camino de Gallegos o de El Villar.
El tramo recorrido por Carlos I el día 10 de noviembre de 1556 sale de Gallegos -donde cruza la Cañada Real Soriana Occidental- hacia el sur y asciende suavemente bordeando el teso donde se celebraban las ferias y mercados de ganado. Desde Gallegos ha sido asfaltado hasta que cruza el Arroyo del Campo en el término de Villar de Corneja. Desde el teso hasta que cruza el arroyo desciende aproximadamente 140 metros de altitud en escasos seis kilómetros. Actualmente señala el límite provincial entre Ávila y Salamanca desde el paraje de Navaluncares hasta el camino de Bercimuelle donde se adentra definitivamente en la provincia de Ávila. Hasta el año 1540 en que el Emperador admite la compra por Fernando Álvarez de Toledo de la villa de Puente del Congosto y su tierra, este tramo del camino delimitaba la tierra de la villa de El Puente (que incluía El Tejado, Bercimuelle y Navamorales) de la tierra de El Mirón que estaba integrada en el señorío de Valdecorneja.
Tras cruzar el Arroyo del Campo y la carretera Av-101 a la altura de las ruinas de Venta Alambre (o Venta del Hambre) inicia un breve ascenso por Cerramonte y al sobrepasar la cota de los 1000 metros en Peña Culebra divisa el río Corneja, seguido de los encinares de La Horcajada, tras ellos los montes de la Horconera, el Castrejón y el Cagalutar y al fondo la sierra de Gredos.
El cordel desciende suavemente entre prados y encinas cruzando el camino de Navamorales. Aquí al cortejo de Carlos V pudo elegir entre varias opciones: seguir hacia el sur, directamente hacia el río Corneja y atravesarlo por el vado del Rompío, también seguir desde el Rompío por el camino paralelo al río hasta el puente de la Fonseca o bien torcer hacia el suroeste tras pasar el camino de Navamorales y avanzar hacia el puente que en estos años tenía una gran circulación de mercancías y ganados, principalmente merinas mesteñas.
La ruta más rápida es la que atraviesa el vado, pero hemos dicho que el tiempo estaba lluvioso, el Corneja podría traer un caudal considerable ya mediado el otoño y no hay que olvidar que el Emperador viajaba en litera, todo lo cual nos lleva a creer que se dirigió hacia viejo puente de la Fonseca, donde las marcas de los canteros en sus arcos asentados en un gran peñasco a modo de tajamar vieron desfilar el cortejo. Tras cruzar el puente enfiló hacia dos villas, en primer lugar La Horcajada, y desde allí a El Barco de Ávila donde pernoctó.
La marcha de la comitiva imperial es descrita por el cronista barcense Juan de Solís: “ya desde por la mañana bajaban todos los vecinos de la sierra y se movilizaban los del Barco, yendo muchos a pie y a caballo hasta cerca de La Horcajada, formándose apretadas filas desde la puerta de la Villa a los dos lados del camino de Castilla. Al aparecer la comitiva con su vanguardia de cuarenta alabarderos y su oficial, detrás la caballería, más de 90 flamencos, borgoñones e italianos, con el conde Beus M. de Huvermon, el secretario Quijada y buen golpe de servidores, las aclamaciones de estos pueblerinos fueron ensordecedoras. Mas al llegar el Emperador, fue tal el asombro y la sensación de respeto, que todos enmudecieron y se arrodillaban. Don Carlos con su natural bondad, les indicaba que se levantasen, dando muestras de agradecimiento.”
Si como dice Juan de Solís los barcenses formaban apretadas filas a lo largo del camino de Castilla hasta cerca de La Horcajada, los habitantes de la villa y tierra de El Mirón (de la que formaban parte los vecinos de El Villar, Santa María del Berrocal y Collado del Mirón), harían otro tanto desde Gallegos a La Horcajada. De los aproximadamente dos centenares de villarenses -peyorativamente comalíos- que se afanaban en estas tierras a mediados del siglo XVI (171 según el “repartimiento” de 1533) todos los que pudiesen se acercarían hasta el cordel para ver el llamativo cortejo, espectáculo poco habitual en estas tierras.
Cuando Carlos de Gante llegó a El Barco los duques no estaban en la villa. Don Fernando, III duque de Alba y señor de Valdecorneja, se encontraba en Italia al frente de las tropas y deshaciendo las intrigas del papa Pablo IV. No pudo alojarse en el castillo de Valdecorneja y lo hizo en la casa de los Gasca. El miembro más ilustre de la familia, Pedro de la Gasca, había nombrado Presidente de la Audiencia del Perú y encargado la pacificación de aquellas tierras por el propio Carlos I.
De la casa de los Gasca partió el día 11 y llegó a Tornavacas pasadas las siete de la tarde. Luis de Quijada lo cuenta en carta dirigida a Juan Vázquez de Molina, fechada el día 12 en Tornavacas, donde habla también de las colchas de plumas que había recibido el Emperador en El Barco remitidas por su hija desde Valladolid.
Desde Tornavacas y para no alargar el viaje dando la vuelta por Plasencia, el Emperador decidió atravesar la sierra de Tormantos en una jornada durísima, en silla de manos no en litera, por el Puerto Nuevo (“! Ya no franquearé otro puerto que el de la muerte!” sentenció al pasar). Llego a Jarandilla al anochecer del 12 de noviembre de 1556. En el palacio del conde de Oropesa permaneció tres meses hasta que concluyeron las obras de acondicionamiento del monasterio de Yuste.



PUENTE DE LA FONSECA


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